Finalmente, ayer por la noche el Gobierno y la oposición alcanzaron un principio de acuerdo que permitirá aprobar un nuevo Código Penal antes de fin de año, «poniendo fin así a una política de justicia que ha sido deficiente, zigzagueante, a veces arbitraria y, sobre todo, bastante inútil. Ahora, en estos tiempos de zozobra, se le veía más el plumero al tema» apuntaba el portavoz de la oposición.
El portavoz del Gobierno, por su parte, comentaba: «Una cosa es el talante y el diálogo y otra muy distinta ir con el lirio en la mano».
Este nuevo Código Penal -conocido en las altas esferas del Ministerio como: “ya está bien de tocar los cojones torear la democracia”- supone, nada más ni nada menos, que la reforma numero treinta y tres del que fuera aprobado en 1995, todo un récord Guinness si lo compramos con los mismos instrumentos legales de países tan poco civilizados como Alemania o Zimbawe.
Será un texto más adaptado a los tiempos chungos que corren y a las necesidades actuales de la ciudadanía. Tras numerosos debates, se ha optado por la sencillez y el ahorro. El Código tendrá un solo artículo, que resume todas las inquietudes sociales y les da una firme respuesta: “A la cárcel. pa siempre”.
El Ministro de Justicia, Francisco Caamaño, se congratulaba por la decisión: “Estuvimos dale que te pego pensando y se nos ocurrió esto. Total, hemos ido ampliando las penas para todos los delitos. Cada vez que pasa algo malo, lo arreglamos con más cárcel. Así que dijimos, pues para eso no necesitamos un libraco tan gordo. No cabe duda de que esta reforma es novedosa y representa una notable mejoría”.
“Ya estábamos hartos de los problemas con los anteriores Códigos, como el de que si la pena principal, la que debería ser capital -la pena que se impone al delito de homicidio- es una pena de prisión de diez a quince años, la cual debiera ser utilizada como referencia proporcional para el resto de los delitos. Pero eran muchos los delitos que superaban esta pena, lo cual convertía la respuesta penal en variopinta (desproporcionada, según algún listillo), ya que por ejemplo ser el capitán de un barco que transporta mil kilos de cocaína tenía una pena que podía llegar a más de veinte años, mientras que matar a un miembro de la tripulación no superaba los quince. Bueno –aseguró Caamaño- esto ya no volverá a pasar”.
A partir de ahora y de este modo, cualquier delito será juzgado de la misma forma. Los responsables, sean adultos o menores, tengan o no circunstancias atenuantes y sean o no culpables, irán “a la cárcel” y “pa siempre”.
“Y la pasta que nos vamos a ahorrar en juicios”, dijo el Ministro. “Ahora todo se hará, pim pam, en un minuto”.
Preguntado por la posible necesidad de cambiar los planes de estudio de la carrera de Derecho, Caamaño no se mostró partidario: “Vale que va a quedar un poco raro hacer varias clases de Derecho Penal con este nuevo Código; pero el sueño de miles de jóvenes españoles, interesados en consagrar su vida al estudio y cumplimiento de las normas y leyes, podría verse truncado de prosperar una iniciativa que contemplase la supresión de las actuales horas lectivas -años completos, en realidad- en las instituciones educativas”.
“Además, todos los que estudian Derecho son unos cuentistas, así que quien va a notar la pérdida de tiempo”.
In the “Diula” language in Mali, the term « dugutigui » (chief of the village), literally translated, means: «owner of the village»; «dugu» means village and «tigui», owner. Probably the term is the result of the contraction of «dugu kuntigui» (literally: chief of the village).
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