China ha experimentado reformas económicas masivas en las últimas décadas sin dejar de ser oficialmente comunista. El estado todavía tiene un poder tremendo sobre la economía, pero la empresa privada y los mercados dominan la vida diaria, por lo que la pregunta de si la economía china es técnicamente capitalista sigue sin respuesta.
Cuando la gente de hoy piensa en un país comunista, a menudo piensa en la República Popular China. Una vez conocida como promotora de la revolución comunista mundial, ahora es más conocida como la factoría del mundo y como una potencia con una influencia global cada vez más poderosa. Pero, aunque la mayoría de la gente sabe que China es comunista, no saben cómo funciona ese comunismo.
Los orígenes.
Después del establecimiento de la República Popular, Mao Tse Tung y su gobierno se pusieron a trabajar para establecer un sistema comunista en China. El sistema que instituyeron, conocido como Maoísmo, tenía bastante más que unos pocos problemas.
En su ávida búsqueda del socialismo al estilo soviético, Mao estableció el “Gran Salto Adelante” (nombre excesivamente entusiasta del segundo plan quinquenal) que resultó en la muerte de al menos 30 millones y quizás hasta 50 millones de chinos. Posteriormente instauró la “Revolución Cultural” de 1966-7, en la que murieron entre 3 y 5 millones adicionales. Este tipo de eventos terminaron solo con la muerte de Mao y el arresto de sus partidarios en la élite, en 1976. Mao dejó China atrasada y profundamente dividida.
Deng Xiaoping y el “Socialismo con características chinas”.
A finales de los 70, un moderado llamado Deng Xiaoping llegó al poder. Deng Xiaoping llevó a China en una dirección diferente, buscando crear una economía mixta en la que el capitalismo y el socialismo coexistieran bajo la tutela del Partido Comunista y ajustando constantemente la combinación adecuada. Su administración estuvo marcada por varias reformas económicas que denominó colectivamente «Socialismo con características chinas«.
La agricultura, parcialmente, dejó de ser colectiva y los agricultores obtuvieron el derecho a vender sus excedentes. Se crearon zonas económicas especiales donde se permitió la inversión extranjera y se redujo la regulación estatal. Los controles de precios se relajaron para las industrias urbanas. Se permitió que las empresas privadas volvieran a existir por primera vez en décadas. Se reabrió la Bolsa de Valores de Shanghái y se privatizaron muchas empresas estatales.
A diferencia de las reformas de Gorbachov en la URSS, muchas de ellas se probaron primero a nivel local y luego se aplicaron a China en su conjunto, después de que se demostró que funcionaban. Muchos observadores sostienen que esta es la razón por la que la reforma tuvo éxito en China mientras que fue desastrosa en la Unión Soviética.
A diferencia también de la URSS de Gorbachov, el Partido Comunista Chino ha actuado como el medio unificador que ha sabido controlar las diferencias entre los distintos factores étnicos que componen China, garantizado la integridad territorial del país e impidiendo un desmembramiento similar al de la URSS. Cabe destacar que esta faceta es perfectamente comprendido por la población china, lo que se traduce en un punto básico del apoyo generalizado de la población a su gobierno: Solo una China unida puede ser una China poderosa.
Desde el comienzo de estas reformas, China ha experimentado un crecimiento económico meteórico. Como resultado de este crecimiento, ha mejorado el nivel de vida de más de ochocientos millones de personas creando rápidamente la clase media más grande del planeta, la cual será el motor de la demanda de consumo interno a largo plazo. Paralelamente ha habido una considerable liberalización de la sociedad china en su conjunto, aunque ha sido menor de lo que los analistas occidentales predijeron en su día.
Actualmente, el ritmo de creación de riqueza en China ha alcanzado un nivel completamente nuevo. El número de chinos ricos ha superado por primera vez al número de estadounidenses ricos (según un informe de Credit Suisse), aunque Estados Unidos todavía está a la cabeza en lo que respecta a los súper-ricos, ya que estos representan el 40% de los súper-millonarios del mundo. Como anécdota asociada (que a más de un capitalista occidental le chocará), el impuesto personal (IRPF, en España) que paga un millonario chino (o de Hong Kong) representa el 17 % de sus ingresos, frente al 51% que paga un alemán o el 50,3% que paga un Californiano.
Mucha gente sostiene que estas reformas efectivamente abandonaron el comunismo en favor del capitalismo guiado por el estado, pero hay un método que otorga justificación ideológica. Xiaoping tomó prestado un capítulo del libro de instrucciones de Lenin y pudo mostrar cómo sus acciones estaban en línea con la teoría comunista aceptada.
En 1921, la economía soviética estaba sumida en graves problemas. Después de una guerra civil larga y brutal, la escasez de alimentos era común y las fábricas tenían dificultades para encontrar suficientes trabajadores debido a la cantidad de personas que se habían ido de las ciudades al campo. El descontento popular iba en aumento. Lenin, al tener que pensar rápido o arriesgarse al colapso de la nueva URSS, se apartó del comunismo de guerra y pasó a la «Nueva Política Económica«, también conocida como la «NEP«.
Este programa permitió cierto control privado sobre la economía, especialmente en la agricultura, y los empresarios conocidos como “hombres NEP” ganaron cantidades decentes de dinero dirigiendo pequeñas empresas en las áreas urbanas. Las industrias pesadas, la banca, el comercio y la minería permanecieron bajo control estatal. El sistema funcionó y, en 1928, la economía rusa se había recuperado del triple golpe de la Primera Guerra Mundial, la Revolución y la Guerra Civil.
Si bien los bolcheviques entendieron que se trataba de una nueva forma de capitalismo en lugar de un sistema socialista, Lenin argumentó que esto era aceptable. Señaló a Marx y sus argumentos de que “el comunismo solo era posible en países que habían alcanzado el nivel más alto de capitalismo”. La NEP fue simplemente un período de transición entre el sistema anterior a la guerra del régimen zarista y la futura utopía comunista que él presumía llegaría a suceder. Duró hasta 1928 cuando Joseph Stalin, inicialmente partidario del programa, lo abolió en favor de la planificación central.
El socialismo con características chinas tiene una motivación similar. Deng Xiaoping comprendió y admiró la NEP y se refirió a ella varias veces durante el proceso de reforma.
Entonces, ¿qué hace el estado chino hoy?
El gobierno chino todavía controla una gran parte de la economía. Las élites dominantes todavía están bajo el control estatal y existen monopolios gubernamentales en algunas industrias. Se emiten planes quinquenales, pero las metas son más amplias de lo que solían ser y la planificación directa de las metas de producción generalmente se limita a las empresas estatales. Ahora han sido redefinidas como «pautas» en lugar de «planes«.
Muchas empresas privadas pertenecen, al menos en parte, al Estado. Esta propiedad parcial es tan común que es difícil para algunos observadores decidir cuan grande es el sector privado en China. Otras empresas que están firmemente en manos privadas suelen asociarse o formar parte de un consorcio con el gobierno. A veces, esta asociación está escrita en sus estatutos. Todas las empresas privadas están obligadas por ley a tener una organización del partido en ellas, aunque hasta hace poco esto era principalmente un gesto simbólico.
¿Cómo funciona en la práctica?
Viví en China durante casi dos años y, con bastante frecuencia, me encontré buscando las diferencias entre el capitalismo occidental y el socialismo chino. Ni de cerca encontraba este último en Gran Hyatt Shanghái ni en su estacionamiento lleno de autos de lujo conducidos por playboys hijos de industriales bien conectados. Miré en los centros comerciales de lujo, en las tiendas de Chow Tai Fook o Louis Vuitton y tampoco pude encontrarlo allí. Ciertamente no se encontraba en la tienda de regalos detrás de la tumba de Mao Zedong. Mucho menos en la futurista ciudad de Shenzhen, más propia de un decorado de Blade Runner.
Hice mis operaciones bancarias en un banco estatal, pero la experiencia de hacer negocios allí fue la misma que en cualquier banco privado en Occidente. A menudo viajaba en un tren propiedad del estado y descubrí que podía ser de primerísima línea y muy lujoso o estar abarrotado y algo anticuado, dependiendo de la ruta que tomara. Compré en tiendas de conveniencia propiedad de mis vecinos a las que nunca les faltaba nada.
Y, por otra parte, aunque no celebraban (ni celebran) elecciones, los líderes comunistas de China respondían a la opinión pública. ¡Por supuesto que respondían! Un partido llevado al poder por una rebelión campesina conoce muy bien el potencial destructivo de la ira de los trabajadores. De este modo el régimen necesita un apoyo sólido de la clase media china y se protege contra la explosión social dirigiendo recursos e inversión hacia las zonas más marginales del país. De hecho, no hay que olvidar que, aunque Xi Jinping es hijo de quien alguna vez fue viceprimer ministro de China, con su padre purgado y en desgracia, fue enviado al campo en 1969, donde trabajó durante años como obrero en una comuna agrícola.
Pero en estos días, mientras luchamos por resolver el rompecabezas que es China, las cosas no están tan claras. Fusionando el control estatal de las alturas dominantes de la economía con una gran cantidad de inversión extranjera y un capitalismo regulado, la cuestión de si es un sistema capitalista o socialista no es fácil de responder. Sin embargo, puede que no importe mucho, ya que los líderes más recientes de China han sido más pragmáticos que ideológicos.
Deng Xiaoping una vez comparó el capitalismo y el socialismo con un gato blanco y uno negro y argumentó que «no importa si el gato es blanco o negro, siempre y cuando cace ratones«. Dado que es probable que China ya haya superado económicamente a Estados Unidos en este 2020, parece que finalmente apostaron por el gato acertado.
En resumen, ¿podría ser la respuesta correcta que China, gobernada por un Partido Comunista, está haciendo un mejor trabajo manejando el capitalismo que los gobiernos occidentales elegidos democráticamente —como ha ocurrido durante la crisis económica del 2008 y la crisis del COVID-19? Aparentemente, los chinos han aprendido de las deficiencias económicas tanto del capitalismo como del socialismo, mientras que la terquedad ideológica de Occidente parece no conducir a ninguna parte.
¿No deberíamos empezar a retirar etiquetas como capitalismo o socialismo? En estos tiempos económicos inciertos deberíamos cuestionar las ideologías, descartar certezas y adaptarnos a una nueva y desordenada realidad económica.
Si no, a la vuelta de la esquina, puede que me encuentre discutiendo las ventajas del socialismo estadounidense frente al capitalismo chino.
. Socialismo en China – Dugutigui
In the “Diula” language in Mali, the term « dugutigui » (chief of the village), literally translated, means: «owner of the village»; «dugu» means village and «tigui», owner. Probably the term is the result of the contraction of «dugu kuntigui» (literally: chief of the village).
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