Cualquier negociación tiene un límite. De lo contrario, se denomina rendición. Y lo que nunca se debe hacer es creer que la parte contraria te necesita más que tú a ella —exiges más de lo que la otra parte estaría dispuesta a ceder, pensando que no le queda otra, y recibes a cambio un “увидимся позже аллигатор” (“hasta luego cocodrilo”, en cristiano).
El canciller ruso Lavrov mencionó este “cocodrilo” a la presidenta de la Comisión Europea, la semana pasada:
«Aquellas personas en Occidente que son responsables de la política exterior y no comprenden la necesidad de una conversación mutuamente respetable, bueno, simplemente debemos detener por el momento la comunicación con ellas. Sobre todo, porque Ursula von der Leyen afirma que la asociación geopolítica con el liderazgo actual de Rusia es imposible. Si así lo quieren, que así sea».
Esto —junto con un fallido Brexit, también con “cocodrilo”, esta vez del Boris—, no es peccata minuta para los europeos. Si Merkel y la UE buscan la solidificación de una Europa «en pie de guerra» contra Rusia y China (con Alemania, nuevamente, después de dos guerras perdidas, aspirando a su anterior prominencia en y sobre Europa), las tensiones con Rusia, así como con China, crecerán. Europa se quedará como el “coleguilla” de ambos, dos conyugues antagónicos, el Este y el Oeste, y acabará siendo el «amigo» de ninguno.
Si bien a la UE aún le quedan algunos «cartuchos» en la recámara, es muy arrogante suponer que todos se «someterán» a las condiciones y “valores europeos” sólo para evitar perder el acceso a sus mercados. Cierto, hay un gran «mercado» europeo, pero también tiene lagunas muy obvias. Sin profundizar mucho: los proveedores básicos de Internet (ISPs) son todos estadounidenses; no hay un software bancario propio ni plataformas en la nube, mucho menos redes sociales que rivalicen con las de Estados Unidos o China; hay muy poca inversión en telecomunicaciones y 5G (particularmente en Alemania); falta seguridad en el suministro de energía a un costo asequible, así como todo tipo de recursos naturales. Como guinda, el idioma oficial de la UE (varios meses después del Brexit) sigue siendo el de un país con la población de Madrid: ¡Irlanda! —el Donald, que es incapaz de terminar oraciones básicas en inglés, desde luego, no va a necesitar aprender français.
Mientras, en China, aparte de la Gran Muralla y más que 4.000 años y un día de cultura, tienen el dinero y los conocimientos técnicos más actuales. Rusia, la tecnología armamentística y —esparcidas por una superficie mayor que la del enano celestial Plutón— las mayores reservas naturales de este planeta; campos que Estados Unidos no puede reemplazar.
Europa goza de algunos focos de experiencia, como en IA e industria aeroespacial, pero es pobre en Big Tech, y en términos de gasto en I + D tecnológico, la UE es también un chihuahua. Europa necesita urgentemente la colaboración de China y Rusia en tecnología, si quiere participar en la «Nueva Economía«. Sin embargo, Estados Unidos, que ve a Europa como un mercado muy regulado y como una posible amenaza comercial, siguiendo sus propios intereses —America first y eso—, quiere que la UE se blinde por completo de la tecnología china y rusa. Gane quien gane las elecciones en Estados Unidos, da lo mismo: Victoria Newland, del gobierno de Obama/Biden, lo expresó, en su día, con la sofisticación y profundidad estratégica habitual de la diplomacia de los Estados Unidos: «¡Fuck the EU!».
Virando 180º, desde la perspectiva rusa y china, es poco probable que su limitada y tensa relación con Estados Unidos vaya a mejorar, salga Coca-Cola o Pepsi el próximo mes en Washington. La animadversión de Estados Unidos contra Rusia continuará. Y en cuanto a Beijing, si ganara Biden (un viejo enemigo de Huawei), China espera pocos cambios, más allá de una revisión de las tácticas de derribo.
A eso hay que añadir el cambio que el Covid-19 está imponiendo sobre las cadenas de suministro globales, que están siendo reemplazadas por un enfoque mucho más regional, con lo que se ha reducido la dependencia de Asia de la salud —física … y mental— de Europa y Estados Unidos. Actualmente, alrededor del 60% de todo el comercio de Asia ocurre dentro de la propia Asia.
La UE, gracias principalmente a los Hans e Inge del norte, se está convirtiendo en un camposanto económico, y nadie quiere negocios con el cementerio —aparte de POTUS (el enterrador)—.
In the “Diula” language in Mali, the term « dugutigui » (chief of the village), literally translated, means: «owner of the village»; «dugu» means village and «tigui», owner. Probably the term is the result of the contraction of «dugu kuntigui» (literally: chief of the village).
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