mineápolis – (es)

En un momento estaba comiendo una hamburguesa y al siguiente había todo un pifostio en la calle.

La pacífica marcha de protesta, por el achuchón a George Floyd, fue asaltada por un enjambre de tipos agresivos empuñando armas contundentes, con botas y un distintivo en la espalda con el nombre de un grupo de rock inglés de los 80’s. Contra las porras y los gases lacrimógenos, los manifestantes contraatacaron con insultos y retórica amenazante, convirtiendo, rápidamente, lo que había sido una manifestación mayormente ordenada, en un cuerpo a cuerpo del demonio. El resto fue como una montaña rusa, loca de cojones, que acabó con el incendió de la estación de policía, de la que solo quedan unos montoncitos de ceniza carbonizada. Los seguidores del grupo de rock inglés que se encontraban en dicha estación —evidentemente no tan machos como el oficial Derek Chauvin—, rápidamente ahuecaron en sus coches, no sin antes ponerse ropa de calle, más que nada para no desentonar al coger habitación en el motel.

El presidente Trump, a través de su megáfono favorito, emitió el viernes una serie de tweets en los que dijo que: “Una cosa es manifestarse en Hong Kong contra el Gobierno chino y otra es hacerlo en la tierra de la libertad, donde los manifestantes podrían ser fusilados”. En tweets sucesivos, añadió que: “En América, donde el daño a la propiedad es un delito mayor que el genocidio, existen muchas formas de arruinar un negocio (si lo sabré yo…), como sería contratar a un grupo de consultores para hacer un balance de los activos de un negocio en dificultades; hablar con un banco de inversiones para comprarlo a precio de ganga, y acabar de desvalijarlo. De esa forma evitas poner en peligro físico a los empleados por el saqueo. Lo puedes hacer, limpiamente, reduciendo sus programas de bienestar social y seguro social y eventualmente despidiéndolos. Hay una forma correcta y una incorrecta de hacer negocios”. “Creedme”. “América primero”. “Billones y billones”.

Los que estaban a mi lado, comiendo ensaladas, se preguntaban: «¿Por qué?»
Los del pollo frito: «¿Por qué no?»
Yo tenía que ir a trabajar. No tengo tiempo para preguntarme nada.

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Mineápolis – Dugutigui