covid-69 – (es)

Como buen adulto promedio, prefiero tener innumerables relaciones sexuales a tener alguna opinión propia. Pertenezco a esa mayoría que usa sus mentes como él que usase una ambulancia a modo de paraguas. Lo digo porque los dos grandes flagelos de esta cuarentena están siendo el aburrimiento y la calentura —que no la fiebre. Esto, por un lado, está malogrando mi nueva y forzada pasión por el streaming, ya que difícilmente puedes disfrutar de una buena comedia de terror pensando en masturbarte. Por el otro, las redes sociales se han convertido en un sustituto del agua y los alimentos, cuando, curiosamente, en otro tiempo, las personas que sonreían mientras estaban solas solían llamarse locos, hasta que inventamos los teléfonos inteligentes. Afortunadamente, mal de muchos, consuelo de tontos, es evidente que no soy el único que ha caído en este tipo de trance plagado de amantes astutos y espíritus rebeldes, hombres tímidos y chicas seguras. Y aquí me encuentro, en este fin de semana de siete días, disfrutando la compañía de los demás tan intensamente como alguien que generalmente evita la compañía de los demás. Observando que en la ficción encontramos lo predecible aburrido, mientras que en la vida real encontramos lo impredecible aterrador; evitando, por eso, y en lo posible, alguna que otra invitación física, pues existe una correlación clara entre la cantidad de días desde que un hombre tuvo relaciones sexuales por última vez y la cantidad de tonterías que está dispuesto a hacer por una mujer. Dicen que, posiblemente, las personas más sexys son los pensadores —nunca escondas cosas a pensadores de línea dura, se sentirán más ofendidos, más provocados por la confusión que por las verdades más dolorosas. Pero estos pensadores serios, afortunadamente, son pocos; al fin y al cabo, la educación debe ser con lo que te equipan, en caso de que tus sueños no funcionen. El mundo ficticio, por otra parte, está gobernado por ideas crudas y creencias, que no son otra cosa que las conclusiones a las que llegamos los hombres vagos que no deseamos pensar por nosotros mismos. Mola la gente que dice que Shakespeare mola simplemente porque la mayoría de la gente dice que Shakespeare mola. Y especialmente me molas tú —digamos que te llamas “Alguien”. Alguien ha nacido. Alguien va a la escuela. Alguien aprende a conformarse. Alguien escribe un CV. Alguien consigue un trabajo. Alguien sigue órdenes. Alguien consigue una pensión. Y luego, eventualmente, Alguien muere. Y, Nadie está enterrado.

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Covid-69 – Dugutigui